Ya no oigo mis latidos. Ni pienso que habrá después.
Que me devuelvan la inocencia. Yo quiero tener fe
Ver la espada envuelta en llamas. Tener miedo del silencio
Perfume de loto, de incienso. Llave de mandála.
Arrastrarme por el desierto 40 años para no llegar a nada
Obedecer al fantasma como Juana de Arco
A la orilla del Ganges, adorar a las vacas,
a un becerro dorado. Como un puño de diluvio
me romperé las manos en los muros de Jerusalén
Oh Dios mío! Dios santo! Que yo quiero creer!