Nunca sabrás mi niña, cuanto dolor. Todo el dolor que siento
Con mis brazos de gorrión. Lo abarco todo entero.
Para que de calor en tus orejas, en tus dedos
Te envío, en estos días fríos, un chaparrón de sol .
Pero abro mi pecho y no sale otra cosa que un chorro de sombra
Y un grito que rompe la luz de las estrellas.
Como una exhalación. Sin rumbo. Ya sin meta
Tengo en el pecho un cometa que se desintegra.
Y no hay vuelta atrás. Solo por ti seré un incendio
Y estas palabras serán cenizas esparcidas en el viento
Lo demás. Será silencio.
Juan Ignacio Custodio Arenal